¿Que necesitas que pase en tu vida para saber donde te duele?

Escuchaba la novena sinfonía de Bethoven sin saber de quien se trataba, había encendido la radio por inercia cuando una patrulla de la policía de caminos le pidió que se detuviera. Se miró en el espejo retrovisor, tenía los ojos inyectados a consecuencia de manejar toda la noche y el labio inflamado a punto de reventar le impedía cerrar la boca.

Le preocupaba el no sentirse preocupada, se escuchaba estúpido pero así era; en verdad lo había disfrutado, aunque tal vez no hubiese sido necesario hacérselo a los dos, pero si ya había empezado con uno ¿Al otro por que no?

¡Mierda y mas mierda! 

¿Donde había quedado esa intuición de la que tanto presumían todas las mujeres?

Si bien lo había dicho el jotito de los horóscopos. 

“Virgo, conflictos con tu pareja y en tu trabajo, procura no salir a la calle, si lo haces, ¡Cuidado con los buitres!”

Todo estaba tan claro, debió sospecharlo esa mañana al levantarse y no encontrar la báscula ula de cabecera donde la había dejado, o al desprendérsele el tacón al salir de casa y tener que regresar a cambiarse.

Llegar al trabajo y encontrarse con la sorpresa de que el contrato había sido cancelado a media quincena. Solo a ella pudo haberle pasado.

¡Pero vamos no todo podía ser tan malo, una edecán como ella que había cursado infinidad de talleres motivacionales, marketing, mindfullnes, etc, etc, etc... No debería ser tan negativa, ver el lado positivo de las cosas, vive el ahora, se dijo. 

La habían liquidado muy bien y tendría toda la tarde libre ¿Qué mejor que unos buenos apapachos de su amorcito?

¡Pinche pocos guevos! ¿Como podía hacerle esto a ella? Dar por terminada la relación por teléfono, y precisamente en ese día ¿Por qué, que había hecho mal? 

Tal vez se dio cuenta de sus doscientos gramos más de peso.

-“No bebe, solo que todo se ha vuelto tan rutinario, ya no me divierto igual... Sorry”-

Divertirse, al parecer era lo único que le interesaba, ¡Puerco egoísta! 

Viéndolo bien siempre fue un egoísta, siempre el, primero el, todo para el. Como le hubiera gustado gritarle que mientras el se derretía entre sus piernas a ella no lograba hacer sentir nada, el se limitaba a satisfacerse, era como verlo masturbarse encima de ella ¿Acaso creía que eso era divertido? La diferencia era que ella si lo amaba. Solo a una tonta se le ocurría seguir en la calle, pero con todos estos sucesos lo que menos deseaba era regresar a casa y ponerse a llorar, para después amanecer con grandes ojeras al otro día, por eso no lo pensó dos veces cuando el cara de sapo y su compañero la invitaron a subir a la camioneta, unas cuantas cervezas gratis le caerían muy bien.

Después de haber vagado con el estéreo a todo lo que da, el cara de sapo se estaciono a la orilla de aquel lago.

Voy a echarme una medalla, dijo su compañero y se perdió entre los matorrales.

Al fin solos, dice cara de sapo mientras le recorre el muslo con su mano regordeta.

¿Que te pasa? Respinga Atena con indignación, ¿Acaso crees que por unas cervezas ya tienes derecho a manosearme?

¡Pos gratis no fueron mamacita!

Pues si es por eso te las pago y aquí que muera! 

Atena intenta tomar su bolso, cara de sapo la abraza, la aprieta, recorre su cuello, ella comienza a ceder.

¿Ya ves que te cuesta? La toca con lujuria por encima de la ropa, hasta que torpemente intenta desabrocharle la blusa.

Atena cierra los ojos y se traga el coraje, con que gusto le arrancaría los guevos. Poco a poco ella desliza la mano hasta su bolso, mientras cara de sapo, lame, muerde, babea extasiado. Atena saca un botecito de spray para el pelo, segundos después cara de sapo grita, se revuelca, restregándose los ojos, Atena lo patea, derribándolo de la camioneta. Aún no terminaba de contemplar la escena cuando siente un jalón en su rubia cabellera, un puño en su rostro, y el otro cerdo está encima de ella. 

Por mas que intenta defenderse, no puede, se siente aturdida. Araña débilmente cierra las piernas, el la muerde, la golpea en el rostro, pareciera que entre mas resistencia pone, el más as se excita. 

Atena yace encima del asiento de la camioneta, las puertas abiertas, y el tipo mas flaco y horrible del mundo se mueve encima de ella, el cara de sapo aún n se restrega los ojos en el suelo, Atena observa el cielo ya sin luchar, decide aislarse en ese mar de estrellas. El flaco se deshace de placer.

No que muy perra pinche golfa, lo que te hacía falta eran unos buenos madrazos

¿Qué te parece el pinche flaquito verga gorda?

La guantera yace abierta, Atena descubre con la mirada una pistola y dá gracias a Dios al hecho de que no la utilizaran en su contra. 

¡Pero que chingados! se dice así misma. 

¡Bang! 

El flaco salta de la camioneta y termina en el suelo, Bang, otro y otro de mas cerca.

El flaco ya no se mueve.

Cara de sapo aun restregándose los ojos pregunta que es lo que pasa, los ojos le lloran y la vista le resulta borrosa, siente la pistola entre sus piernas, después un estallido y algo caliente que escurre entre las piernas, aulla como un perro, de los otros disparos en su cuerpo ya no se daría cuenta.

Clic, Clic, Clic; el frágil dedo De Atena Aun sigue pegado al gatillo. Había vaciado la carga completa.

¿Podría Bajar el volumen a su radio y mostrarme una identificación por favor? Iba a exceso de velocidad señorita. Dice sonriente Mr. Ray Ban recargado en la ventanilla de la pick up

¿Si? No me di cuenta oficial, Atena hace como que busca en la guantera. 

Mr. Ray Ban no disimula su lujuria observando la belleza de las piernas que intencionalmente deja al descubierto.

Atena toma la pistola, pero es difícil sorprender a Mr. Ray Ban.

Para cuando ella voltea con la pistola, Mr. Ray Ban ya había desenfundado la suya y se le a borrado la sonrisa

¿Pero quien podría sonreír con una pistola apuntando directo a tan costosos lentes? Sobre todo si se traen puestos.

Tranquila chula, cualquiera que sea tu problema podríamos arreglarlo.

No soy chula pendejo, soy Atena.

Mira Atena, dejame ayudarte...

Shhh callate perro de mierda, ¿Ya se te quito lo caliente?

Mr. Ray Ban esta perdiendo la paciencia.

Suelta la pistola, no me obligues a...

Atena sonrie llorando, sin dejar de apuntar al policía con firmeza.

Mr. Ray Ban sentencia:

Escucheme bien Atena, es la ultima vez que se lo voy a pedir, voy a contar hasta tres y va a soltar su arma...

Atena lo interrumpe con coraje reflejado en sus palabras y empieza a contar antes que el oficial de policía.

Uno,dos,tres ...