Isaac

Isaac

Mátenme por que me muero

Mátenme por que no puedo...

Esta enfermedad es incurable

Esta enfermedad ni con un valium…

Caifanes

Al parecer la ausencia de color en el día tan solo era perceptible a sus ojos. Trataba de hablar lo menos posible ya que cuando lo intentaba le escurrían esas estúpidas lágrimas; la sensación de tener algo atorado en la garganta era insoportable, siempre con los ojos inundados apunto de estallar.

Empezó a llover, sin viento, sin relámpagos; las gotas resbalaban lentamente sobre los cristales del camión. Decidió bajarse unas cuadras antes de llegar a su destino, deseaba caminar y que el agua empapara su cuerpo, quizás con la esperanza de que la lluvia lavara todas sus frustraciones. Procurando no hacer ningún gesto dejó que sus lágrimas salieran y se confundieran con la lluvia que caía sobre su rostro.

Isaac caminaba sin evitar los charcos, la gente corría sin prestarle atención, sus viejas botas se agrietaban a cada pisada. Cuanto las odiaba, las había empezado a odiar cuando estuvo trabajando en la fábrica de focos para pagar los gastos de su carrera. Una gran parte de sus compañeros solo habían terminado la secundaria, el había decidido estudiar una carrera profesional, así que a la edad de catorce años ya trabajaba y se costeaba sus estudios. Aun y cuando en su casa jamás se sintió apoyado si lo bastante agradecido con el hecho de que no se lo prohibieron. Sonrió al recordar la cara de su padre al darle la noticia de que quería seguir estudiando.

Si quieres seguir estudiando pos estudia, pero ya estas bastante grandecito y un dinerito extra pa la casa nos serviría de mucho y... pues la verdad mijo no estamos en condiciones pa seguir pagando mas escuela.

Pero si me van a dar una beca en la Uni jefe. Le decía Isaac

¿Y los libros que; Te los van a regalar?

Voy a entrar a jalar para ayudarle con algo de lana y por la noche iré a la prepa, no se apure por eso jefe.

Mmm pos entonces tu sabrás como hacerle mijo.

Desde que tenía memoria Isaac recordaba que en la televisión, el periódico, la radio, siempre decían que el índice delictivo en su barrio era el mas alto, que una gran mayoría de los jóvenes que ahí vivían solo terminaban la educación media, que morían de manera violenta antes de cumplir los treinta y que los que lograban sobrevivir jamás se integraban a la sociedad por sus adicciones a la drogas.

Siempre procuro romper con esas estadísticas y algo que lo ayudó mucho fue que nunca se le olvido lo que dijo un maestro el primer día de clases al entrar a la secundaria.

¿Cuál es tu nombre? Isaac profe

¿Y de que escuela vienes Isaac? De la Ricardo Flores Magón

¿y cual fue tu promedio? Siete profe

El profesor movió la cabeza negativamente. ¡Tu no vas a terminar la secundaria, se acercó y le susurró al oído. ¡Me corto un guevo si llegas a tercero!

Sin quitar la sonrisa de burla continúo con una compañera que se notaba nerviosa

¿ Y tu? Yo que profe, contestó tímidamente la alumna.

¡Con que promedio terminaste la escuela atolondrada!

Con la esperanza de que le dijera que ella si acabaría la secundaria le contesto.

Con ocho profe.

El profesor volvió a mover la cabeza negativamente.

¡No pues si, con ese promedio tu si vas a salir de la secundaria...(la compañera sonreía complacida)

¡Pero embarazada!

Sus compañeros comenzaron a reír al igual que el maestro, a ella solo se le pusieron los ojos vidriosos pero se aguanto el llanto.

Isaac cada que tenía exámenes recordaba todo eso y se daba ánimos. No era un excelente estudiante, pero sus calificaciones mejoraron en comparación con el promedio con el que terminó la primaria, aunque tenía que esforzarse el doble que los demás para obtener buenas calificaciones. Así termino la preparatoria y para cuando se dio cuenta ya había terminado la carrera de administración. Hacía dos años de eso y estaba sin empleo, en su casa les habían cortado la luz por falta de pago; había acudido a la embajada con la idea de sacar una beca para una especialización en le extranjero, pero tan solo le daban el treinta por ciento de esta y además le pedían el noventa por ciento de ingles.

Se había cansado de luchar, ya no le importaba demostrar que las estadísticas sobre su barrio estaban equivocadas, pues lo quisiera o no ya formaba parte de ellas.

Había dejado de llover justo a unas cuadras antes de llegar a la tocada, esta vez sería en un viejo gimnasio de duela podrida donde alguna vez llegó a practicarse basketball, ahora lo rentaban para este tipo de eventos.

La acústica era pésima, en ocasiones no llegaba a apreciarse nada de lo que se estaba tocando, pero eso era lo que menos le importaba a Isaac. No traía dinero pero se las ingeniaría para entrar. Afuera podía verse a la gente congregada esperando el gran ritual; todos con sus mejores disfraces. Caminó entre los que ya hacían fila para entrar, la camisa de Isaac era blanca con estampado de flores rojas, contrastaba con la imagen postmo de todos los ahí reunidos.

La gran mayoría con tatuajes de símbolos oscuros, mientras que Isaac solo llevaba tatuado en el antebrazo un albatros en vuelo con la leyenda en ingles free bird.

Se acercó al de la puerta y sacó un casette de un viejo grupo de punk ingles, se lo ofreció a cambio de que lo dejara entrar, el tipo se hizo del rogar un rato, hasta que por fin lo tomo y lo dejó pasar. Había dado inicio el grupo abridor, muchos observaban, otros simplemente se paseaban por el local; Isaac era uno de ellos. No puso atención al que ladraba por el micrófono, se limitó a observar los rostros de los ahí presentes. El piso se empezaba a ser tapizado de vasos desechables, tomó uno del suelo y se paró al lado de la ventanilla por donde vendían la cerveza, ahí estuvo parado hasta que vio a la persona indicada; era una chica muy delgada con pelo de morticia y una imagen de darky de catalogo que no podía con ella.

Me das un traguito? Dijo Isaac mientras ponía su vaso, ella no contesto solo le vació su vaso un poco mas de la mitad, se la hubiera vaciado toda de no ser por que este le dijo que era suficiente.

¡Anarquía y cerveza fría! Mientras decía esto levantando su vaso Isaac dio un gran trago y la chica solo lo observaba y sonreía tal vez sintiéndose una gran “activista”.

Isaac trataba de disfrutar la cerveza al máximo ya que sabía hiba a ser difícil conseguir otra. Después de terminarla se dirigió al baño, estaba orinando cuando vio a unos tipos que espulgaban algo de hierba que traían en un periódico; se abrochaba el pantalón cuando uno de ellos le dio unos golpecitos en la espalada y le ofreció una pastilla, Isaac saco la lengua para que se la pusiera en ella, se lavó las manos y bebió agua para después reunirse con ellos que ya habían forjado y encendido un cigarro de muy buen tamaño. Así sin conocerse, sin hablarse, compartieron la droga; igual que llegó salió del baño sin despedirse. Se sentía flotar en una gran nube, solo que las ganas de llorar, de gritar le eran imposible de controlar y el caótico ritmo le sugería todo eso junto.

Se abrió paso y entro directo al moshpit que daba inicio.

“Salario mínimo al presidente pa` que vea lo que se siente”

“Salario mínimo a don Fidel a ver que chingaos compra con el”

Vomitaba el vocalista de las “Cabezas Podridas” y coreaban todos atropellándose unos a otros.

Para Isaac el Slam representaba a la vida misma, dabas y recibías golpes, aunque aquí era mucho mas facil solo era cuestión de ponerse listo y daba más golpes de los que recibía.

No supo si fue por la combinación de droga, cerveza y su estado de animo lo que le hacía sentir esas enormes ganas de acabar con todo y con todos, danzaba al ritmo de la música, se habría paso entre el gran slam con codos y rodillas, algunos caían frente a el, mientras que otros los ayudaban a incorporarse Isaac trataba de pisotearlos.

Llegó a la tarima y subió a ella, escaló los bafles, la música no paraba, sin pensarlo dos veces voló por el local extendiendo sus brazos, fue y estrello su cráneo con dos tipos que danzaban abrazados, los tres rodaron por el suelo, Isaac se paró como impulsado por un resorte para continuar su carrera; ahora gritaba y lloraba vomitando toda su frustración, un hilillo de sangre resbalaba por su rostro, poco a poco se fue haciendo mas grande hasta que su cara se cubrió de rojo. La cabeza le daba vueltas, se desplomó segundos antes que terminara la canción. Ya en el suelo lloraba a grito abierto, comenzó a vomitar y su cuerpo a convulsionar; lo arrastraron a un rincón, la tocada continuaba, Isaac ya no se daría cuenta de nada.

Despertó cuando sacaban el equipo de sonido del lugar, apestaba a rayos, la camisa empapada en vomito y sudor, al igual que el pelo, se quitó la camisa y fue a enjuagarla al baño, se lavó la cara y salió a la calle. Le dolía mucho la cabeza por la herida y por que el efecto de lo que se había atascado se se le había pasado, se sentía peor de cómo había llegado. Ya en la calle busco un teléfono público y marco un número.

Hola, necesito verte.

Por favor habla después, es muy tarde y me duele la cabeza.

Pensé que habías dicho que podíamos ser amigos.

¡Si lo dije! Habla después ¿ok?

El click al cortarse la comunicación le sonó peor que el crash de su cabeza estrellándose contra la de los otros tipos, incluso le dolió mas.

Camino un rato un rato, no sabía que hora era, pero el tráfico en las calles era escaso; vio venir el camión, se busco en los bolsillos de su pantalón y solo encontró un peso; le hizo la señal para que se detuviera y subió, le dio el dinero al chofer.

Te falta, con esto no completas.

Es todo lo que traigo.

El chofer hizo una mueca de disgusto y acelero la marcha. Isaac caminó por el pasillo, vió a dos chicas que cuchicheaban y reían, no supo si de el pero su reacción no se hizo esperar,

Les pateó el asiento por la parte de atrás. “¡Pinche par de fresas proletarias a burlarse de su puta madre!”

Ellas corrieron asustadas a refugiarse en los lugares de adelante, cerca del chofer, Isaac se quedó parado en medio del pasillo tomado del pasamanos, los escasos pasajeros hicierón como que no vieron nada, solo el chofer le sostuvo la mirada por el espejo retrovisor, ambos con cara de partámonos la madre hasta que el chofer decidió ignorarlo encendiendo la radio y subiendo el volumen a un viejo corrido norteño.

Llego a su barrio, las paredes llenas de graffiti le daban la bienvenida. No entendía como la gente hablaba de la inseguridad de estas calles, cuando a el lo hacían sentir todo lo contrario. En la esquina estaban los mismos de siempre.

Buenas noches licenciao. Le dijo uno de ellos en tono burlón. Isaac se detuvo a saludarlos, había uno que estaba tirado en el suelo inhalando de un bote de cemento, Isaac se agachó y tratando de quitarle el bote le dijo

A ver compi rola tantito.

El tipo se hizo nudo en el suelo, tiró manotazos negándose a compartir, los demás rieron de la actitud de este. Isaac le arrebató el bote, le dio unos pomazos para después emprenderla a patadas contra el pobre guiñapo hasta que los demás intervinieron.

¡Déjalo guey no seas culero!

Isaac ya no les contestó, se alejó inhalando el pegamento.

No había avanzado ni dos cuadras cuando los tipos con los que había estado pasaron corriendo junto a el, al voltear para ver el motivo por el cual corrían, vio a los del operativo acercarse a caballo, soltó el bote y hecho a correr, brincando bardas y techos llegó a su casa, entró por el patio, aun podía escuchar el galope y los gritos de las señoras rogando por que no se llevaran a sus hijos. Cerró la puerta y se recargó en la pared, resbaló hasta quedar sentado en el suelo, estuvo disfrutando de la oscuridad hasta que se acostumbró a ella y pudo distinguir algunas cosas en la habitación, un machete resaltaba de todo lo demás, o al menos a el le llamaba mucho la atención, siempre lo mantenía limpio, le daba filo de vez en cuando; lo había heredado de su padre y este de su abuelo, no dejaba que nadie lo usara, lo tenía colgado de un clavo sobre la pared, la luz de la luna entraba por la ventana, el machete daba hermosos destellos brillantes, Isaac lo tomó y comienzo a acariciarlo, pasó su dedo índice por el filo, se cortó y lamió la sangre de su dedo. Su mente se fue hacia el pasado, se vio en el rancho de su padre con toda la familia, su madre preparaba la carne para asar, sus hermanos corrían de un lado a otro persiguiéndose felices, su papá cortaba leña con el machete, el sentado observándolo de cerca, muy pero muy de cerca, su padre estaba molesto, le decía que se quitara de ahí por que le podía dar con el machete, Isaac no hacía caso, su padre le insistía una y otra vez sin dejar de cortar leña, en una de esas tantas veces

Por estar quitando a Isaac, se dio con el machete justo en el dedo gordo del pie y como su padre tenía la costumbre de andar en huaraches la sangre fue a dar al rostro de Isaac, su papá abrió mucho los ojos y se desplomo, la camiseta de Isaac se llenó de rojo, quien sin miedo alguno tomó el dedo del suelo y se lo llevó a su madre que hizo un gran escándalo, el ya no supo que hacer, la mañana se arruinó y todos corrieron al hospital.

Los vecinos tumbaron la puerta al escuchar gritos, encontraron a Isaac con el machete en la mano izquierda, la derecha estaba en el suelo destrozada, solo se apreciaba un bulto uniforme, Isaac tenía la mirada clavada sobre la pared como queriéndole dar forma o encontrale significado a las figuras abstractas que se formaron con su sangre, parecía la obra de algún loco artista de la plástica postmoderna.

Pancho Salinas